Detalle de "El Mendigo" (Der Bettler, 1930) de Ernst Barlach
Detalle de «El Mendigo» (Der Bettler, 1930) de Ernst Barlach

Solo seria una escultura mas si no fuera por el momento y el lugar donde iba a ser colocada. La mayor parte del arte que pasa a la historia con letras mayúsculas suele tener que ver con ese tipo de circunstancias. Si fuera una escultura para un jardín, un panteon funerario o similarr solo seria una gigantesca escultura de algo mas  2 metros y 300 kg muy bien ejecutada y con elementos diferentes para hacer sido hecha a primeros de siglo XX (hoy parece una imagen inspirada en el manga con esa gran cabeza redondeada). Pero el momento y el lugar para el que se hizo convierte este mendigo en una idea, una pensamiento religioso contradictorio y desafiante. Me explicare.

Nos trasladamos a la ciudad de Lübeck, al norte de Alemania, una ciudad medieval donde los jesuitas levantaron una iglesia-monasterio alrededor del 1300. Hablo de la Iglesia de Santa Catalina, que como toda iglesia de grandes dimensiones adornan su fachadas con santos, ángeles y otras manifestaciones de Dios para invitar a los fieles a  seguir el evangelio…. pues Barlach hace un mendigo. Un mendigo con las piernas flacas y enfermas que debe apoyarse en muletas. Un mendigo con la boca abierta suplicando y los ojos cerrados en actitud de oración. Un mendigo es lo que Barlach nos ofrece como camino hacia Dios, sin adornos, sin coronas, sin alas de ángeles o espadas para matar infieles. Un hombre, un pobre hombre hecho. Y realizado entre las dos guerras mundiales, con una crisis de esperanza en los hombres y con revolución en la pintura pero mas tímida en la escultura (sobre todo en la religiosa como es el caso).  Por eso se dice que Barlcah entra en la modernidad con esculturas que expresan sentimientos (expresionismo)  y estos son sentimientos místicos. Aunque si no te lo cuentan solo veras un mendigo con muletas.

Poco mas tengo que decir que volver a recomendar esta exposición que el propio Jorge Rando aconsejaba en la inauguración se recorriera en silencio. Una exposición llena de estatuas muy dulces,  algunas con mucha historia detrás por el régimen nazi persiguió a Barlach fundiendo muchas de sus esculturas, acabando la mayoría escondías en almacenes o claustros (como esta del mendigo). Esculturas de lo cotidiano, de personas que piden ayudan o la ofrecen, casi todas de bronces pero alguna de preciosa porcelana, con una forma de esculpir muy delicada, un tanto alargada y deformada, dando movimientos suaves y dulces que parecen buscar la solidaridad en silencio. Esculturas muy al corazón de los hombres.

El propio Ernst Barlach explica en 1906 su idea de lo que intento crear durante su carrera artística: «Si el artista es capaz de presentar lo místico de tal manera que lo convierta en algo cotidiano, entonces ha conseguido convertir lo ordinario en algo infinito»,

 

Lübeck-Detail der Fassade des Katharineums
Fachada oeste de la Iglesia de Santa Catalina en la ciudad de Lübeck (imagen By ABrocke via Wikimedia Commons)

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