La guerra provoca muertos… y caos, y desorden, y desgobierno. Por eso no es raro que tras las guerras, el arte se vuelva durante un tiempo mas ordenado y clásico, mas organizado en sus formas y temas. Le pasó tras la primera guerra mundial a Picasso con su Vuelta al orden, a los alemanes con su Nueva objetividad o los italianos con el llamado Valori Plastici. ¿Y en España? Según siempre se ha dicho, tras la primera guerra mundial también hubo en España una «vuelta a lo real» que ha sido apenas dibujado en algunas exposiciones y ponencias. Pero ahora el Museo Carmen Thyssen de Málaga ha tomado este tema poco estudiado del arte de nuestro país, le ha dado un par de vueltas (o trescientas) y ha llegado a una conclusión: si, pero no. Y ha convertido esta conclusión en una exposición.
Me explicaré.

«Real(ismos). Nuevas figuraciones en el arte español entre 1918 y 1936» es una producción propia del Museo Carmen Thyssen de Málaga, resultado de tres años de trabajo y estudio bastante intenso. Explicare el «si, pero no» de la forma más rápida y sencilla de la que soy capaz, pues aunque creo que es lo mas importante de la exposición, esté es un blog divulgativo para disfrutar de exposiciones de Málaga, que huye de los tecnicismos siempre que se puede.

Partimos de la idea de que para volver al orden en el arte, primero tiene que haberse desordenado… y eso en España nunca pasó. En toda Europa, al principio de siglo XX, antes de la I Guerra Mundial, florecieron todo tipo de estilos artísticos vanguardistas que sembraron el «caos» en el arte. Del cubismo de Picasso, a la abstracción de Kandiski o el Dadaismo de Duchamp. Pero esas vanguardias apenas tuvieron penetración en nuestro país, que además no necesito superar la I Guerra Mundial porque entre otras cosas no participó en ella. Así que el punto de partida para hablar de la vuelta a lo real en el arte español a primeros de siglo XX es un artificio que se cae por su propio peso.

Pero en España a partir de 1918 los artistas empezaron a pintar de una forma «realista» bastante diferente y especial a como lo estaban haciendo hasta ese momento. Desde artistas como Dalí o Miró, que entonces estaban empezando, a algunos consagrados como Togore, pasando por las sin sombrero como Maruja Mallo o la artista revelación de la época Ángeles Santos, la pintura española no era ya la misma de décadas anteriores. ¿No hay una vuelta al realismo pero el realismo cambia de tema y estilo? Pues aquí viene la conclusión a esta aparente contradicción, que el Thyssen ha convertido en exposición: ese realismo de España desde 1918, no fue una vuelta al orden, fue la primera verdadera vanguardia que hubo en nuestro país. Sin cubismo, sin dadaísmo, ni abstracción, los españoles empezaron sus primeras rupturas con el arte clásico… pintando real(ismos). Y lo han mostrado y demostrado.

Con 86 obras entre pintura, esculturas y fotografías de mas de 50 artistas diferentes (una locura de comisariado), han mostrado un estilo que aunque no es del todo uniforme, si tiene características comunes como para hablar de toda una vanguardia. Las obras del real(ismo) no tiene pinceladas perfectas y clásicas sino que el pincel y la impresión de la luz se hacen presentes. Sus formas han cambiado con perspectivas a veces cubistas y sus fondos son vacíos y ausentes, donde personajes hieráticos, casi de cera, permanecen bellos e impasivos. Los temas son modernos, con la ropa de moda y las nuevas costumbres sociales como la practica del deporte. Nada de grandes batallas o cuadros de historia, la gente corriente, los temas corrientes y la pincelada moderna y vanguardista. Y las luchas políticas que también aparecen en este arte que empezaba a ser comprometido.

Todo esto está en esta exposición que demuestra que esa «vuelta al orden» en España, es realmente un modernismo, una nueva vanguardia propia de nuestra tierra, que acabó interrumpida bruscamente (como otras tantas cosas) en 1936 con la guerra civil española. Y tras esta necesaria explicación para entender que esta no es una exposición más, sino que es una exposición que va a marcar a los historiadores del arte, pasemos a recorrerla.

La exposición esta dividida en tres grandes salas, con tres grandes temas muy clásicos, para que sea aun mas fácil mostrar la ruptura con lo clásico : paisajes, retratos y bodegones. Bueno en el Thyssen les han llamado de una forma mas fina, pero ellos son expertos en historia del arte y yo solo un pequeño comunicador que se permite ciertas licencias en pos de hacerse entender… y que busca que nadie se pierda una exposición que además de su importancia técnica, es de una gran belleza, potencia y calidad. Hay obras para quedarse una hora admirándolas que apenas han sido expuestas anteriormente.

La primera sala llamada «Espacios» presenta paisajes donde ya se percibe que las perspectivas cubistas están haciendo su presencia, como en el extraordinario lienzo «La fabrica bajo la niebla» de Daniel Vázquez Díaz. Pero también destaco un pequeño lienzo titulado «Altea, calle de pescadores» de Benjamín Palencia, que nadie debería pasar rápido porque es una delicia del blanco sobre blanco con perspectiva cubista. Aquí aparecen los paisajes agrícolas de gente humilde y esforzada que llaman a la reforma agraria y los paisajes deshumanizados de las fabricas que llaman a la revolución… y también esta Maruja Mallo que llama a la liberación de la mujer de las tareas del hogar y de la espera servicial del marido. Como verán nada mas empezar se evidencia que no es una vuelta al orden, es una llamada al desorden total, es una vanguardia.

La segunda sala llamada «Sujetos» es la mas grande y potente. En ella se muestran retratos, desde posados de gente pija a bellos desnudos anónimos que te dan la espalda. Me ha dejado nockeado la gran variedad de firmas y estéticas que yo nunca habría puesto juntas en una misma sala, pero que al verlas en conjunto, no tienes mas que rendirte a la evidencia de que efectivamente estamos ante una corriente con uniformidad. Ya he dicho que han llegado a una conclusión bastante novedosa y que esta exposición es su demostración visible para el publico.

Los retratos de mujeres de Togores, Sunyer o María Blanchard son en si mismo un regalo para la vista pero al exponerlos junto a «Totote» de Manolo Hugé, la idea de una nueva vanguardia adquiere sentido. Por no hablar de lo moderno de la pose, peinado y actitud de «La pequeña anarquista» de Horacio Ferrer que han puesto justo enfrente de «Retrato de Santiago Pérez-Jauregui» de Mariano Cossio, vestido a la moda, moreno y guapetón con cigarrillo en mano incluido. Ambas obras ante la impasible mirada del «Retrato de Anna María» que Dalí realizara sobre su hermana, seria, bella y en un espacio que bebe del vació del surrealismo. Una demostración ante nuestros ojos de este estilo, un «modernismo» especial y especifico en el arte de principios de siglo en España. La exposición desde luego es para no perdérsela.

Pero los «sujetos» no termina con los retratos Como he dicho hay una sección de desnudos en su mayoría anonimos, muy puros y veraces (sin idealizaciones del cuerpo femenino), luminosos y con líneas modernas y vanguardistas, con espacios cortados, ángulos increíbles y tonos pictóricos que nada tiene que ver con el realismo del siglo XIX. Y un nuevo tema… lo veremos en un dibujo de Picasso, de su vuelta a lo clásico, cuyo titulo «Los luchadores» como es habitual con las obras de Picasso nada tienen que ver con el verdadero contenido de la obra. En este dibujo, dos hombre posan juntos de pie, en la típica actitud de dos amigos charlando. Cerca de ellos otros dos hombres están luchando. Y completando la escena (que es triangular), dos hombres con el brazo por encima en la actitud habitual de una pareja. Tres formas de relación, amigos, enemigos y amantes, que son los tres roles que podemos adoptar los varones con nuestros semejantes del mismo sexo.

Y con esto, se muestra una de las características de esta vanguardia llamada «Real(ismos)», la de reflejar la sociedad del momento tal cual era. En este sentido aparecen las relaciones homosexuales en algunas obras con cierta normalidad, en un ambiente de libertad y apertura que acabó con la guerra civil española. Buscad «El descanso» de Luis Berdejo que aunque más sutil, esta hablando posiblemente de lo mismo… aunque de una forma mucho mas bella que el dibujo de Picasso.

Termina la exposición con la sala «Objetos», es decir bodegones, los siempre olvidados y despreciados, por ser tema de estudiantes y aficionados, y que en esta vanguardia adquiere un gran protagonismo. Aquí el Thyssen rompe los esquemas mostrando fotografía publicitaria junto a pintura o litografías, demostrando que como el resto de vanguardias, el real(ismo) penetro en todas las técnicas y soportes en los que se movió cualquiera de las vanguardias europeas que ya están en los libros. En esos bodegones, son los objetos los protagonistas de las obras mostrándose casi como sujetos, como personas. El Carmen Thysssen nos ha traído obras muy cercanas al hiperrealismo y otras rozando el surrealismo, evidenciando que esta vanguardia que han venido en llamar «real(ismos)», fue realmente la forma en la que entró la vanguardia en España y la que dio pie al resto de corrientes que después de alguna u otra forma recorrieron nuestro país. Y todo con obras realmente interesantes, bellas, diferentes y muy bien seleccionadas, que les ha supuesto organizarse con cincuenta prestadores diferentes de obras. Una locura para los comisarios Barbara García y Alberto Gil a los que desde aquí felicito. Y un lujo para todos los que vayan a verla

¿Te la vas a perder?

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