Hay cosas difíciles de ver en una exposición si solo miras el arte. Me refiero a la intención. La intención del la  comisaria y su equipo a la hora de elegir unas obras determinadas y colocarlas de una forma determinada. Puede que muchas veces la intención siga siendo solo el arte, el mero disfrute de las obras agrupadas de una manera académica o estética sin más. Pero cuando tienes algo más de 200.000 obras de arte a elegir y escoges el tema de «la imagen de la mujer en el arte (ruso)» posiblemente la intención no sea solo mostrar arte. Es en este sentido donde la nueva exposición anual de la Colección del Museo Ruso de San Petersburgo  me ha enamorado, porque han abierto una ventana a la reflexión, desde el arte, a la trayectoria y vida de la mujer en Europa de los últimos siglos. Y no se han dejado ningún aspecto esencial atrás… desde la nobleza al campesinado, la religión, la rebeldía, la creación artística, el matrimonio, la belleza, la vejez…. Que un museo sea un flujo de conocimientos ya es toda una maravilla, pero que sea un lugar donde (desde el arte) provocar un flujo de ideas, pensamientos y sentimientos (sin decirlo o sin dirigir ese flujo) es apostar por una sociedad empoderada. Esto es lo que voy a contar de esta exposición en este post. El nombre de las obras, los autores y las fechas están en el catálogo… por cierto muy bueno al igual que la exposición.

«Abedul joven. Estudio» (1927) de Anna Golubkina

“Santas, Reina y Obreras. La imagen de la mujer en el arte ruso” es la exposición anual para 2019 de la Colección del Museo Ruso en Málaga. Y aunque es una exposición unitaria, tiene diez secciones, que en mi opinión son diez exposiciones pequeñas, porque cada una tiene su carácter, su forma de exponer, sus autores y hasta diferente color en las paredes. Frente a secciones como “Destinos de mujer” o “Creadoras” que marca mucho carácter social, hay otras más suaves como “Desnudos” o “Damas”, junto a secciones más emocionales como las de “Fotografías” o “Madres”. Desentrañaré algunas claves y señalaré algunas de mis obras favoritas, pero esta es una exposición muy grande para recorrer despacio y disfrutar del arte… y te recomiendo ir acompañado de alguien con quien discutir y reflexionar.

«La virgen de Vladimir» Siglo XVIII

La exposición empieza con “Vírgenes y santas”, que en el arte ruso son los iconos. Es la imagen más antigua de la mujer en ésta exposición, con la Virgen María  en sus imágenes más cariñosas, maternales y protectoras (“Virgen de la ternura” y “Virgen de Vladimir” la gran protectora de Rusia). También abundan los iconos de las dos santas mujeres más populares de Rusia, las Santas Anastasia y Paraskeva. La primera protectora del matrimonio y los partos y la segunda de las tareas del hogar… es lo que había en los siglos XVI al XVIII y es como se veía a la mujer dese la religión. Eso sí, es una ocasión única para ver unas versiones muy raras de los iconos tradicionales. Todos conocemos el icono típico, cuadrado, en madera, que los rusos ponían en una esquina “roja” del hogar. Pero se han traído cuatro variedades poco habituales: unos iconos en tela bordada para transportarlo en campañas militares enrollado; un icono reversible para usarlo por ambas caras según la ocasión; unos iconos en forma de escultura para cruces de caminos (rarísimos); un icono rectangular que es una puerta de un iconostasio. Todas piezas de gran calidad y antigüedad, además de la rareza de algunas.  Reflexión si pero disfrutar del arte también .

Icono reversible, icono rectangular, Virgen de la ternura…

Tras los iconos están las salas de “Campesinas” que son algunas de las que más me han dado qué pensar. Aunque te encuentras tal como entras, con unos cuantos trajes tradicionales rusos de fiesta muy espectaculares, quiero que te fijes en las sonrisas. En las sonrisas y en el color de los cuadros, muy a tono con la belleza y colorido de los trajes que marcan esta parte de la exposición.  Quédate con esta idea, porque cuando pases a la siguiente parte de la exposición con las damas y las emperatrices veras como cambian las sonrisas… y el color. Los cuadros de esta sala no destacan lo duro de la vida en el campo, como se podía esperar, si no lo saludable y feliz. Es una vida plena, es una vida llena. Y que conste que la mayoría de los autores de estos cuadros vivían en pueblos, por lo que no es una imagen idealizada, es la imagen cotidiana la que retratan dura y dulce a la vez.

«Tania» (1932) de Fedot Sichkov

He descubierto un autor que me ha encantado llamado Alekséi Venetsiánov del que se han traído el primer cuadro que se realizó en Rusia sobre realismo social (“La mañana de la terrateniente”), mucho antes de que se realizara » El taller del pintor» de Courbet  o que  “La lavandera” de Daumier subiera del río Sena… aunque estos se llevaron el merito de inventar el realismo .  Buscad en esta exposición el cuadro de Venetsiánov titulado “Chica en un henil” donde una preciosa granjera, en una difícil composición en contrapicado, se debate entre una cruz en una mano y un anillo de compromiso en la otra. ¿Algo que decir?
Muy cerca, dos chicas junto a un abedul aproximan sus caras, se abrazan por la cintura y están a punto de besarse (“Dos chicas en el día de Sémik”)… esta exposición no habla solo de arte, abre una ventana a la reflexión y al diálogo sobre la mujer a través de diez temas en un flujo de ideas transversal y a la vez universal. Y todo desde obras de mucho nivel y calidad aunque yo no sea capa de pronunciar la mitad de los nombres de los pintores.

«Dos chicas en el día de Sémik» de Dimitri Ósipov

No me resisto a comentar una deliciosa obra de Konstantín Makovski, autor que descubrí en la primera exposición que hubo en este museo sobre todo por un increíble cuadro titulado «El ritual del beso». En esta ocasión se han traído seis obras de K. Makovski repartidas en diferentes salas y secciones. La obra de la zona de las campesinas se llama “Vendedora de arenques” en la que además de la dulzura de su pincelada característica, ha realizado una composición que proyecta una imagen de sobreesfuerzo por un peso excesivo… y aún así es bella. Frente por frente a esta obra de delicada pincelada, una obra hecha a brochazo limpio con un resultado espectacular. Me refiero a “Verka” de Flipp Maliavin que según dice el catálogo descubrió a la campesina rusa como una “mujer orgullosa, majestuosa, atrevida e independiente” … y así las pintaba. Fantástica exposición.

«Damas» en la Colección del Museo Ruso de Málaga

Tras las campesinas pasamos a “Damas” en los que las sonrisas y los vivos colores han desaparecido para mostrar rostros más serios e incluso más feas en algunas ocasiones. Esta sección que abarca un pasillo, la han llenado de espejos de finas molduras e incluso hay un juego de té de porcelana y oro con la cara del comerciante que la encargo y su familia pintada en ellos. Abundan los cuadros de estilo art nouvo de principios de siglo XX, que tanto gustaba a la burguesía pero con muchos fondos neutros para que destaque más la ropa a la moda de París que el contexto del personaje. Ya lo he dicho, son exposiciones muy diferentes cada una de las secciones, dentro de una gran reflexión sobre las mujeres usando el arte como excusa. De esta zona se salva del tema mujer-florero un gran cuadro con una mujer poeta, esposa del pintor que mira a lo lejos en un ambiente donde el azul domina (“Retrato de Liubov Bródskia en una terraza”). Un cuadro romántico con pincelada impresionista en el que, junto a la poeta que en su mano derecha de escribir esta llena de flores, un gran león de piedra en la misma posición busca el horizonte. Una fiera buscando la libertad, una dama buscando futuro…
También está retratada la mujer de Konstantín Makovski  entre las damas, que es el único cuadro lleno de color de esta zona con un contrapicado y un tamaño del lienzo nada usual. Aunque no ha escapado a la imagen de mujer melancólica y ociosa usual de esta zona.  Me encanta este pintor ruso ¿lo he dicho ya?

«Retrato de Liubov Bródskaia en una terraza» (1908) de Isaak Brodski

Y de las damas a las “Emperatrices”, empezando por todas las que gobernaron sin un hombre por algún u otro motivo. Esta sala pintada en color salmón digna de un palacio, está llena de grandes jarrones imperiales de porcelana con remates de oro y pinturas inspiradas en el renacimiento. Empezando por Catalina I, la primera mujer que gobernó Rusia tras la cual llegó un siglo de gobierno de mujeres emperatrices. Por supuesto abundan los retratos de Catalina II (Catalina la grande) que gobernó 35 años tras dar un golpe de estado a su propio marido, que acabó asesinado 6 meses después (ella no tuvo nada que ver…). Retratos elegantes, llenos de símbolo de poder, con grandes joyas, abrigos de armiño etc. Curioso son dos retratos de Catalina II vestida de callle, que fueron dos “robados” por pintores que no tuvieron la autorización para pintarla así (uno usó a una criada a la que le puso el traje de paseo de la emperatriz).  Aconsejo irse a la esquina final de esta sala donde hay tres retratos de tres emperatrices junto a unos larguísimos jarrones de porcelana. Son la abuela, la madre y la esposa del Zar Nicolás II, asesinado por los bolcheviques en la revolución rusa (su esposa Alejandra Fiódorovna, la del retrato entre jarrones, también fue asesinada). Os dejo el dato de que ninguna de estas tres emperatrices era rusa de nacimiento y mirad cómo están pintadas… política y arte en la Europa siglo XIX.

«Emperatrices» en la Colección del Museo Ruso de Málaga

Me voy a quedar aquí en este post y en pocos días seguiré con el resto de salas para evitar un post demasiado largo. Y porque creo que he dejado claro que en mi humilde opinión esta es una exposición en la que hay una intención de ser un espacio donde fluyan las ideas, los pensamientos y los sentimientos en torno al papel de la mujer en el mundo. Para disfrutarla no hace falta saber de arte ruso, hace falta tener sensibilidad y aceptar el reto de atreverse a pensar…

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